PARTICIPANDO ANDO

El viernes 8 de abril de 2005 no fue un día común y corriente para don Samuel y para Claudia Marcela. Desde la mañana programaron sus actividades para poder asistir a una gran cita. Él por un lado, y ella por otro, tenían fijado su pensamiento en lo que sucedería en Piedra Blanca, una de las ocho veredas que conforman el corregimiento. 

Don Samuel es un campesino de 84 abriles y Claudia Marcela una niña de 10 años de edad. Se prepararon para asistir al cabildo popular programado por la Alcaldía de su municipio. Don Samuel volvió de la montaña únicamente para hacer presencia en el cabildo. Desde hace algunos años se internó en Betania, según él, “para lograr un sustento de vida”. Claudia Marcela les dijo a sus amigas que no llegaría al tan acostumbrado juego de la tarde. Don Samuel como buen líder comunitario sabe que los cabildos populares es una nueva propuesta del Alcalde, que convoca a los habitantes para realizar lo que se llama un “presupuesto participativo”, por eso no quiso faltar a la cita. Consideró que el futuro de su vereda estaba en juego.

Sus años de vida le dejan una grata experiencia de liderazgo, suficiente para pensar que sólo la participación activa de las comunidades canaliza el desarrollo de los pueblos y veredas. “Estos son otros tiempos” dice el abuelo, refiriéndose a la política y la participación comunitaria. “Fui presidente de la Junta de Acción Comunal de El Salado durante 14 años, también fui concejal y miembro de la Asociación de Usuarios Campesinos; sin embargo, la participación de la gente era distinta; antes la gente sólo salía a votar el día de las elecciones, los alcaldes y los concejales hacían lo que ellos querían. Esto de los cabildos es un cambio total, la gente se reúne, habla, propone sus ideas, sus proyectos, y entre todos los asistentes al cabildo elegimos la obra que queremos”.

Claudia Marcela no tiene la experiencia de don Samuel, pero tiene las ganas de participar porque el año anterior miró que en su vereda se realizó algo similar y los niños y niñas también tuvieron su espacio. Ese día, estaba ansiosa de que llegue su turno. Los profesores y familiares la habían elegido y preparado para que sea la ponente de un proyecto. “Me siento contenta de presentar una propuesta para dotación de implementos deportivos para todas las escuelas del corregimiento” dijo Marcela, mientras se dibujaba, en su rostro, una sonrisa llena de entusiasmo. 

“Los niños debemos demostrarle a los adultos que también podemos…” expresó Claudia Marcela poco antes de que la llamaran a presentar su proyecto, ante cerca de 700 personas reunidas en el polideportivo de Piedra Blanca. Mientras la niña hablaba con elocuencia y bajo la admiración del Alcalde Montúfar, el abuelo Samuel levantó su sombrero y se llevó las manos a la cabeza: “esto nunca se miró años atrás, los debates no se hacían en sitios abiertos, como estos, y con tanta gente. Generalmente, se reunían los politiqueros con los gamonales de las veredas y, en mangüalas, a puerta cerrada, se repartían las obras; favoreciendo siempre a las veredas que más votos les dieran y a los líderes que más les correspondían con fidelidad”

La reunión continuó y llegó la hora de evaluar los proyectos; allí se tiene en cuenta la cobertura del proyecto, el respaldo de la propuesta con firmas, el aporte de la comunidad, la inversión que el municipio hizo el año anterior, la cantidad de obras con las que cuenta la vereda o veredas beneficiarias, el cumplimiento de las reglas de juego y el carácter de la propuesta, si es perfil, proyecto, o simplemente idea. Cada nivel tiene una puntuación que se acumula y al final se suma con los puntos que genere la votación popular.

Para don Samuel esa es la mejor forma de promover la participación, escuchar todas las propuestas, calificarlas de acuerdo a unos parámetros y permitir que cada quien defienda con su voto la propuesta que más le interese.

Para Claudia Marcela el proceso de calificación es como un juego, donde gana el que más puntos obtenga. “Como mi proyecto beneficia a 6 veredas entonces obtuve un puntaje más alto, me dieron 15 puntos en cobertura; sin embargo, perdí en el aporte de la comunidad, como no tenemos plata sólo vamos a poner el 15%, los otros proyectos dijeron que el 25 y 30%.

Al final, don Samuel y la niña Marcela, aunque con experiencias e intereses distintos participaron, como muchos, del cabildo popular. Ella voto por su proyecto de implementos deportivos y don Samuel por la recuperación de un nacimiento de agua en la vereda El Salado. El proyecto del abuelo fue respaldado por 31 personas y el de la niña por 50. La puntuación final fue 69 para Claudia y 66 para Samuel; sin embargo, ninguno de los dos perdieron, ambos ganaron porque las comunidades finalmente fueron las que decidieron qué hacer en el corregimiento.

Por allá al fondo escuche al profesor Efraín que decía: “Gracias señor Alcalde por enseñarnos a luchar por nuestras veredas. Con este mecanismo estamos aprendiendo a trabajar con proyectos, realizarlos, exponerlos y defenderlos para bien de las comunidades”. El Cabildo terminó cuando la sombra cubría los caminos de El Salado y la gente regresaba comentando la importancia de los 11 proyectos presentados en la convocatoria. Don Samuel se dio un abrazo con el Alcalde, y Claudia Marcela no hallaba el momento de regresar a su casa para comentar lo sucedido. Aprendió en la práctica el valor de la participación política.

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